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Omar Ribas

Cómo me convertí en musulmán


En el Nombre de Allah, el Clemente, el Misericordioso

Orígenes

Tengo 27 años. Nací en el norte de Catalunya, en Girona. Mis orígenes familiares, sin embargo, no están allí, sino en gran parte en el pueblo del Masnou, en la comarca del Maresme, de donde son dos de mis abuelos y mi padre. Mi madre es de Barcelona, su padre de Javalí Nuevo en Murcia y mi otra abuela de un pueblito muy pequeño cerca de Granollers, que se llama Samalús.

Pertenezco, en cuanto a lo social, a la clase obrera. Mi familia es de orígenes cristianos aunque yo nunca haya visto religiosidad en mi padre, mi madre o mis abuelos. Sí que hay un cierto sentimiento de pertenecer a la tradición cristiana y catalana, pero poca cosa más.

De pequeño, a causa del trabajo de mi padre, viví en Girona, en un pueblo cercano llamado Cassà de la Selva, en Ourense (Galicia), Berga (puerta de los Pirineos) y finalmente Sabadell, donde resido ahora.

Infancia

¿Qué recuerdo de la infancia? Iba a colegios católicos (La Salle, Padre Feijóo y Escuelas Pías) y debo admitir que la religión me gustaba. Incluso iba a misa los domingos, cuando mis padres nunca han ido. Hacía la vida de niño de pueblo, con la "colla" (cuadrilla) íbamos a la piscina, a bañarnos a los ríos, a cazar pájaros, a tirarnos piedras con los niños de las otras "colles", íbamos a las montañas. Llegar a la ciudad de Sabadell fue para mí un disgusto grandísimo. Sabadell tiene casi 200.000 habitantes, y es una ciudad industrial. Mis queridas montañas quedaban lejos. Aquí los niños no cazaban pájaros ni se bañaban en los ríos. Aquí jugaban a basket y hacían el gamberro por las calles.

En Sabadell conocí a un personaje que me ha marcado toda mi vida. Se trata de un sacerdote, padre escolapio, que se llama Calassanç Balagué. El Pare Calassanç (así le llamo yo) es un hombre sencillo. Vive intensamente su fe cristiana. Hace actividades sociales, visita a los enfermos, ayuda a quien puede. Escribe mucho. Él me enseñó (y me hizo coger el gusto) a escribir. De su mano escribí un poco en la revista de la Academia Católica de Sabadell y dirigía revistas escolares. Él me enseñó un modelo interiorizado de religión, a ir al fondo, a ver la profundidad de las enseñanzas religiosas. Me hizo descubrir que mi interior debía estar ocupado por Dios. Y sigue estándolo aunque ahora sienta que Dios se llama Allah.

Llegaron los catorce años. Siempre en clase, con los amigos de la "colla" era el líder. Era el líder porque no me daba miedo desafiar a la autoridad y porque intentaba siempre unir a los compañeros. Eso desarrolló en mí un sentido muy elevado de la justicia. Si había un problema, yo hablaba con los profesores. Encabezaba pequeñas revueltas de clase. Me castigaban mucho. Copié muchos capítulos del Quijote, libro que a pesar de ser mi castigo quiero mucho.

Adolescencia

Los catorce años abren la puerta a la adolescencia. Con ella vino la rebelión, propiciada por ese sentido de la justicia del que hablaba antes. Los rebeldes del momento eran independentistas. Vi en televisión unas imágenes de violencia entre los antidisturbios y los independentistas al terminarse una manifestación por nuestra lengua. Se me encendió una luz. Tenía que estar con los independentistas. Pasé por las organizaciones Crida a la Solidaritat en Defensa de la Llengua, la Cultura i la Nació Catalanes y el Moviment de Defensa de la Terra.

Mis planteamientos políticos fueron desarrollándose y madurando, a la par que dejé el mundo estudiantil para integrarme al del trabajo. El último año en el Instituto fue el de las huelgas estudiantiles de 1987. Estuvimos muchas semanas sin ir a clase. Ocupamos trenes, el teatro municipal de Sabadell, la Universidad Autónoma de Bellaterra junto a los estudiantes universitarios. Apareció una foto mía en el periódico local después de ocupar el teatro municipal.

Como decía dejé los estudios para trabajar en el ramo del metal. A raíz de esto surgió en mi lo que los marxistas llaman "conciencia de clase". Me hice marxista, e ingresé en el Moviment Comunista de Catalunya (MCC), en el que estuve unos años como miembro sin encuadrar y finalmente como militante. El MCC era un partido vanguardista, leninista, que intentaba dirigir a la clase obrera a la revolución. Era un partido activista, por lo que había que trabajar en algún movimiento social. Yo me dedicaba a las movidas de jóvenes y el movimiento independentista.

Mi pequeña rebelión contra el orden social existente tomó forma nueva el primer día que conocí a jóvenes punks. Yo soy de la generación del punk en España, con el rock radical vasco y las litronas por bandera. Descubrí un mundo de revuelta juvenil que venía de Inglaterra, que se puede resumir en vestir de forma anticonsumista, la provocación y la evasión con diversos tipos de drogas. Más tarde a todo eso se añadió la violencia callejera.

El movimiento punk comprendía otras formas, que se desarrollaron con el tiempo. Una de ellas era el movimiento de los rude bwoys o skins antirracistas. Yo me decanté por ellos, porque era lo que más predominaba entre los jóvenes independentistas y por la música, que era la jamaicana (ska, rocksteady y reggae). Íbamos vestidos tal como lo hacían los rude bwoys ingleses en 1969, que a su vez era una copia a la inglesa de la vestimenta de los jamaicanos inmigrantes en Gran Bretaña.

Surgió el tribalismo. Aparte de nosotros, aparecieron grupos de nazis con estética skin. En Barcelona había una banda muy peligrosa de ellos que se llamaban "Brigadas Blanquiazules". Eran una banda, medio reclutada, medio compuesta de jóvenes inocentes que tenían aspecto de fascista. Se dedicaban a drogarse y pegar a los jóvenes de aspecto más "progre", a los militantes izquierdistas, a los gays, los inmigrantes y a nosotros.

Entramos en una espiral de violencia. Los medios de comunicación y las fuerzas de la seguridad en un primer momento quedaron un poco desorientados. Al aparecer los primeros muertos (porque las peleas eran con navajas, cadenas, palos, puños americanos) tomaron cartas en el asunto. Yo sufrí una agresión física a la edad de 17 años por parte de una banda fascista, junto a un amigo. Más tarde, fui amenazado de muerte por otros. También yo cometí actos violentos contra ellos. Teníamos mucho odio.

No todo era ese odio. Montábamos "sound systems", unas fiestas estilo jamaicano. Escuchábamos música, bebíamos, le dábamos a la marihuana y el hachís. Yo tengo que admitir que era un sibarita de la hierba. En la búsqueda de autenticidad empezamos a buscar libros sobre Jamaica. Yo sabía inglés, y eso me daba una ventaja sobre los demás, porque entendía las letras de las canciones y podía procurarme libros. Finalmente, hicimos un "fanzine" (revista alternativa no comercial y no registrada). Era un fanzine de música caribeña y negroamericana con artículos en profundidad sobre la música que nos gustaba. A pesar de estar redactada íntegramente en catalán, vendíamos unos 600 números cada tres meses. Y eso es mucho para una publicación catalana de un tema tan concreto.

Con la historia de la revista nos daban entradas gratis para ir a los conciertos. Y entrevistábamos a los grupos que venían a Barcelona. Fue mi primer contacto con una cultura no occidental: con grupos de reggae que llegaban de Jamaica. Aprecié mucho a las culturas africanas, y seguí leyendo.

Lo que conservo de esta época son unos cuantos amigos, que son amigos de verdad, por las cosas que pasamos juntos. Vivimos unos ritos de iniciación particulares de la sociedad urbana industrial. Y es una iniciación durísima. También, por qué no admitirlo, desde entonces me siento muy cerca de lo jamaicano y lo africano.

El descubrimiento

Un día leí sobre Jimmy Cliff. Un cantante jamaicano que se hizo musulmán. Un tío que decía que la vida le cambió cuando leyó el Corán, y que lo bueno de la cultura afro-caribeña se encontraba en el Islam. Me quedé estupefacto. Yo seguía en el MCC, aunque siempre tenía mi pequeño recuerdo de Dios –cuando tuve problemas de violencia, por ejemplo, le pedía a Dios que me sacara de ello- y nuestra música, el reggae, le cantaba a Dios entre otras cosas. Pero a la religión que conocía necesitaba añadirle la lucha por la justicia del marxismo y la solidaridad de los rude bwoys y el sentimiento de la música jamaicana.

Me compré un ejemplar de una edición económica del Corán traducida por Vernet para ver si me pasaba lo mismo que a Jimmy Cliff. Y vi muchas cosas en el Corán. Pero no me hice musulmán. Seguí leyendo. Leyendo sobre el Islam. Leí la autobiografía de Malcolm X escrita por Alex Haley. Eso me dio en el corazón. Me vi reflejado en muchas cosas con el hemano Malek el-Shabbaz (nombre islámico de Malcolm X). Cosas que cuenta en el libro sobre su vida me han pasado a mí. Leí más y más, me fui a la mili, que duró 18 días (estoy excluído del deber patrio), y mientras me hundía en la neblina de marihuana y la candenciosidad del reggae pensaba sobre Dios, el Corán, el Islam, los musulmanes, Malek el Shabbaz y Jimmy Cliff.

Finalmente no pude más. El 26 de julio de 1992 fui a mi último concierto, fumé el último porro, la última cerveza y la última botella de whisky. Fue en Ripollet, en un concierto por la Autodeterminación, contra las olimpiadas y por la libertad de los presos independentistas. Ese día hablé con uno de los héroes de esta etapa de mi vida, el cantante de Negu Gorriak, que antes lo había sido del grupo Kortatu. Terminé con el que empecé. ¡Qué cosas tiene la vida! No sabemos cómo Allah dispondrá las cosas.

Conversión

Busqué direcciones de mezquitas de Barcelona. No me atrevía a ir por vergüenza. ¿Cómo iba a decir "quiero ser musulmán"?. Un jueves por la noche soñé algo raro. Alguien que identificaba con Jesucristo (el Profeta Aisa, que la paz sea con él) me decía "Ve a la mezquita". 7 de Agosto. Trabajé hasta las 11. Dije que iba al médico. Me fui a casa, me duché, llamé por teléfono al Centro Islámico de Barcelona y dije que quería ser musulmán. Me dijeron que fuera. Era viernes. Mi primer yuma. Oí el jotba (del que no enetendí nada) y vi como rezaban. Después me volvieron a preguntar que quería. Dije: "Quiero convertirme al Islam". Me dijeron: "¿Has leído el Corán?". Dije: "Sí". Uno dijo: "Te haremos un curso para que sepas lo que es el Islam antes de meterte". Dije: "No, tiene que ser ya". El imam, al ver mi resolución accedió. Nos sentamos en un rincón. Vinieron un grupo de hermanos sudaneses. Dije la shahada: era musulmán.

¿Qué me atrajo del Islam?

Para mí el Islam fue una revolución interior. Resolvía varios de mis problemas: De un lado, me aporta un monoteísmo sin adulterar. En este sentido, es una conclusión lógica del cristianismo de mis orígenes. He perfeccionado y purificado mi creencia religiosa.

Otro aspecto es el del sentido de la justicia que siempre he tenido. El Islam es la religión de la Justicia, de la Justicia Divina. Justicia interior, entre los hombres, de Dios respecto al hombre.

Además está la vivencia comunitaria del Islam, en esta sociedad atomizada y despersonalizada. Nada es impersonal en el Islam. Se respeta a la persona en grado extremo, los musulmanes tienen dignidad y conciencia comunitaria. Conciencia de que somos una misma cosa. Cuando das con creyentes sinceros e íntegros experimentas una comunicación con esa persona más allá de la amistad del dunia. Eres hermano de esa persona, hermano en Dios. Nada de lo que he visto en mi anterior forma de vivir se le parece.

Finalmente, con el Islam he aprendido otra forma de vivir realmente natural. Nada está de más o de menos, nada es artificial. Es la forma de vida que corresponde al ser humano. Si estás en estado de Islam, estás en comunión con tu naturaleza, con el Universo entero, con Dios. Una vez, en Senegal, al ver la inmensidad de la sabana y del cielo azul de África sentí allí mismo la presencia de Dios y como los cielos y lo que había en la tierra le alababa. Desde entonces no puedo mirar un árbol sin que oiga su oración y su alabanza a Dios. Cada vez que voy a un país musulmán y visito la tumba de un santo musulmán para saludarle y pedir a Dios por él y por mí siento algo que no puedo describir, que se acerca mucho a una paz y una serenidad inmensas. Los hombres que han vivido el Islam en profundidad, y los que lo viven, están rodeados de esta paz y esta serenidad. Esto es el Islam. Paz y unión con Dios.



Fuente: musulmanesperuanos.com