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¿Qué pasa si encuentras

un Reloj en la Arena?

 

Supón que encuentras un reloj en el medio del desierto. ¿Qué te indicaría? ¿Pensarías que se le cayó a alguien? ¿O pensarías que el reloj llegó allí solo? Por supuesto, ninguna persona en sano juicio diría que el reloj salió de la arena.

Todas las partes intrincadas de metal en el mecanismo jamás podrían haberse desarrollado de los metales que yacen en la tierra. El reloj tiene que tener un fabricante. Si el reloj da bien la hora, entonces sería de esperar que el creador sea inteligente. El mero azar no puede producir un reloj. ¿Pero qué otras cosas nos indican bien la hora? Piensa en la salida y puesta del sol. Sus tiempos están regulados tan estrictamente que los científicos pueden predecir con antelación sus horarios en el diario, ¿pero quién regula esos tiempos? Si el reloj no puede existir sin un fabricante inteligente, ¿cómo puede aparecer y desaparecer el sol con tanta puntualidad y exactitud? ¿Podría pasar esto por sí solo? También considera que nos beneficiamos del sol sólo porque se mantiene a una distancia prudencial de la Tierra.

Una distancia que promedia los 150 millones de kilómetros. Si se acerca un poco, el planeta se quemaría. Y si se aleja, la Tierra se convertiría en un planeta helado donde la vida humana sería imposible. ¿Quién decidió con anticipación que ésta era la distancia óptima? ¿Podría pasar por el azar? Sin el sol no crecerían las plantas, morirían los animales y las personas de hambre. ¿Acaso el sol mismo decidió quedarse ahí para salvarnos? Necesitamos de la salida del sol, su energía, y su luz para ver el camino durante el día. Pero también necesitamos de la puesta, porque requerimos un descanso del calor, un poco de frío en la noche, y que las luces se apaguen para poder dormir. ¿Quién reguló este proceso que nos provee lo que necesitamos?

Más aún, si sólo tuviésemos el calor del sol y la protección de la atmósfera, también querríamos algo bello. Nuestras vestimentas nos dan calor y protección, sin embargo las diseñamos agradables conociendo nuestra necesidad de un poco de belleza; el Diseñador de la salida y puesta del sol hizo que el sólo verlos nos dejara sin aliento por su tremenda hermosura. Este Creador que nos da luz, energía, protección y belleza merece nuestras gracias, y a pesar de todo hay gente que insiste en que no existe. ¿Qué pensarían si viesen un reloj en el desierto? ¿Y si funcionara bien? ¿Un reloj tan bien diseñado? ¿No llegarían a la conclusión de que hay un fabricante de ese reloj, alguien que aprecia la belleza? Ese es Dios, que nos creó a todos.

 

Fuente: islamland.com/es